Mirta Núñez llegó a la tapia del cementerio antes que muchos de nosotros, allá por 1997, y no se conformó con publicar un libro "Consejo de Guerra. Los fusilamientos en el Madrid de la posguerra (1939-1945)", fruto de sus investigaciones junto a Antonio Rojas sobre la represión franquista en la capital, sino que incluyó en él (como argumento probatorio, pero también recordatorio) el nombre de 2.663 personas fusiladas junto a las tapias del cementerio del Este-Almudena, cuando aún no se estilaban estos listados.
Gracias a ello, a ella y a encontrar en aquel libro descatalogado, como si de un testamento oculto se tratara, los nombres de nuestros familiares y los huecos que faltaban, nos pusimos en marcha. Desde entonces aún no hemos parado de añadir más víctimas, sus rostros, sus edades, sus profesiones, sus lugares, sus causas...
Por eso, un sencillo saludo de Mirta en nuestros homenajes lleva implícita la historia primera que nos despertó y animó a seguir y la constatación de que, como bien dijo Santiago de Córdoba, nadie más ha tomado el relevo en las universidades madrileñas para avanzar en la investigación iniciada.
Muchas gracias, Mirta.
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