Mariano Crespo y Fernando Olmeda pertenecen a una clase en extinción: la de los amigos de mis amigos son mis amigos, y además nunca fallan.
A estos monstruos del periodismo y la escritura con sentido, que no consentida ni valorada en su justa medida (qué habrán ido diciendo por ahí estos años para que el poder les rehúya y viceversa), se les puede imaginar dedicándose frases tan célebres como "este es el comienzo de una gran amistad" o, a la vez que uno de los dos se quita la peluca, "nadie es perfecto".
Su profesionalidad se nota y la llevan alternando generosamente desde que iniciamos estos homenajes a las víctimas del franquismo en Madrid.
Este año, al alimón, nos han vuelto a dar lecciones prácticas de cómo concretar y conducir un acto, de cómo hilar las intervenciones, las reivindicaciones y las emociones para su finalidad: "todos los nombres".
Este año, al alimón, nos han vuelto a dar lecciones prácticas de cómo concretar y conducir un acto, de cómo hilar las intervenciones, las reivindicaciones y las emociones para su finalidad: "todos los nombres".
Fernando mantiene en su blog dos citas que resumirían mejor por qué debemos tanto agradecimiento a esta pareja de hechos:
Muchas gracias, compañeros.
¡¡¡¡¡¡Muchas gracias Tomás!!!!!!
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